En este inicio
de año, hemos visto como muchas personas nos han ganado el camino hacia nuestro
inevitable destino, han fallecido; tanto niños,
jóvenes como adultos mayores, sin distinción de sexo o riquezas, todos se
han marchado de esta vida tal y como llegamos. Lo que a su paso nos han dejado,
eso es lo que me motiva a esta reflexión.
En una misa de
funeral que asistí en Guadalajara, el sacerdote en su homilía, comentó que debemos
ser como “agua de rio”, me llamó tanto
la comparación que el mensaje me pego. Que tan largo o corto es un rio, un rio
de aguas calmas o violentas, con caídas ensordecedoras, escabroso en su paso o
un flujo pausado que define con claridad su cauce. Este rio hay que caminarlo,
conocerlo, para entender su grandeza, entender la función que le corresponde,
tan solo es de conducir el agua, ese líquido que genera vida a lo largo de su efluente,
que baña su lecho y acoge un sin número de seres vivos, aunque su cauce se
intente reprimir, el agua estará en calma acumulara fuerza para poder derribar
o superar la barrera y por fin retozar en un mar en calma, en donde se unirá a
todas las aguas, que inevitablemente ahí llegaran.
De la misma
manera, nuestra vida está llena de borbollones de alegría en nuestros años
primeros, alegría que baña a nuestros padres y abuelos, que les inyecta nueva
energía y motivos de alegría, satisfacciones y nuevas preocupaciones, ellos nos
acogen haciendo nuestra vida plena y placentera. Es tanta felicidad que abre
nuevas amistades y compadrazgos, que aumenta nuestro círculo de amistades al
sumar los amigos de escuela y sus familias, que armoniza y suaviza la relación
de hermanos, primos y nietos.
Conforme nos
adentramos en edad, nuestra energía se enfoca en ser creativos y competir, con
todos y contra todos, buscando ser el primero en la escuela, los deportes y el
amor. Nuestros padres y abuelos nos observan y rejuvenecen al compartir con
ellos nuestros triunfos y logros, ellos dirigen y alientan nuestro brío,
nuestras embestidas, afirmando nuestro carácter y haciendo solidos nuestros
principios.
Listos para
“comernos el mundo” nos hacemos a la vida, buscando nueva luz fuera del cobijo
del seno familiar, quizás con alguna pareja o solos en un lugar distante o
dándole nuevo aire al negocio familiar, pero iniciamos a crear nuestro propio
espacio y nuestro nuevo ámbito familiar, nuestra nueva familia y aceptamos
generalmente nuevos amigos, estrechamos lazos con nuestra nueva familia o con
nuestros tíos, primos o hermanos.
Cuando el rio
corre, cuando las cosas van bien, todo es verde, lleno de vida; Por desgracia y
por infinidad de situaciones, el agua se estanca, se vuelve un fango pestilente
y nauseabundo. ¿Cómo superar ese estancamiento? ¿Cómo salir de esa calma que
envenena y dispersa la familia? Hay muchos que recurren a la Fe, invocan la
ayuda divina (sin duda alguna eso ayuda) o se empantanan en vicios, vaciando el
alma y mandando la familia con todos sus integrantes al mucho, mucho más allá.
Para eso está
nuestra familia, el seno materno, nuestra querencia, para recuperar nuestros
valores, para poder “recargar” esa energía, tal y como cuando éramos jóvenes e
inquietos. Esa sombra que mantiene limpio el estanque y no deja que se pudra el
agua, continuando incluso en su quietud, generando vida.
Por eso es importante
fomentar y mantener el vínculo fresco al interior de la familia, un vínculo
fuerte que pueda soportar la perdida de los patriarcas o matriarcas, que sea lo
suficiente mente sólido, para que un hermano asuma el liderazgo y todos lo
sigamos. Paso natural y más probable que suceda, aunque con nuestra nueva
humanidad, los padres entierran a los hijos, ríos cortos que llegan a la
inmensidad del mar en un suspiro, que su carrera se ve truncada y de golpe
pasan a un nuevo estado lleno de paz, dejando un inmenso dolor a todos sus
mayores.
Lo mejor que
podemos hacer para evaluarnos, es voltear hacia atrás y vislumbrar el paisaje,
si nos agrada y nos llena de gusto el ver ese gran colorido paisaje, debemos
seguir en el mismo tenor, si el paisaje se nos hace hueco, sórdido y vacío de
color, apurémonos a cambiar, que mientras el agua siga corriendo, mientras la
vida siga su agónico curso, podremos elegir el renovarnos y renovar nuestra
querencia, influir en los nuestros, reconciliarnos, perdonarnos y perdonar a
los nuestros, solo el perdernos en la inmensidad del más allá o la propia
muerte, no nos permitirán resolver los problemas de esta vida, ¡En vida
hermano, en vida!
A mi mis
timbres….
- Un guijarro en el lecho de un pobre arroyuelo puede mudar el curso de un río. Orison Swett Marden (Escritor).
- Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia. Hermann Hesse (Escritor alemán).
- Hay que guardarse bien de un agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silencioso. Proverbio judío
Cyber Note: http://www.zenit.org/es/articles/cardenal-jorge-bergoglio
Una introducción del cardenal Jorge Bergoglio (Francisco I) emitida el 05 de
Marzo 2013 (antes de ser ungido como PAPA) quien a los religiosos le pidió
"salir a dar testimonio e interesarse por el hermano" porque la
cultura del encuentro "nos hace hermanos, nos hace hijos, y no socios de
una ONG o prosélitos de una multinacional". Se avecinan cambios
sustanciales en el catolicismo a nivel mundial.
Artículo publicado el 16 de Mar. 2013, en el semanario Guía, de Ocotlán, Jalisco.
Artículo publicado el 16 de Mar. 2013, en el semanario Guía, de Ocotlán, Jalisco.
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