jueves, 3 de junio de 2010

El pensamiento colectivo

Hace un par de días, escuche una entrevista de un sociólogo que viajo a Europa, específicamente a Suecia, dentro de sus comentarios narro como su “guía” sueco lo llevo al trabajo toda la semana, como llegaron temprano al centro de trabajo, se estaciono en la parte mas remota del estacionamiento, sin fallar ningún día, desde el lunes hasta el jueves, día en el que le pregunto ¿Por qué te estacionas en este lugar todos los días? La respuesta que le dieron es para analizar a detalle toda nuestra existencia; “Pues como llegamos temprano, tenemos tiempo de cruzar el estacionamiento con calma y llegar a nuestra oficina. Quien viene tarde, apenas le dará tiempo de estacionarse cerca del ingreso y estar lo antes posible en la oficina”.
Imagine, estimado lector, que por un momento dejamos de ser el “héroe de la película” y nos quitamos el yugo de la vanidad y demás prejuicios que esta sociedad nos imponen, que por un momento pensamos un poco en los demás y dejamos de pensar en todas las cosas superfluas que nos hacen ver diferentes. Como imaginaria nuestra ciudad? Tendría el valor de estacionar su vehiculo a unas cuadras de su destino? Como le afectaría? Cuantas personas saludaría en la calle? aun le reconocerían? Se sentiría bien al caminar? Le causaría temor, el estar vulnerable como cualquier ciudadano?
La verdad es que nuestras ciudades, aun son pueblos grandotes; sin duda en una cuadra le saludaran muchos conocidos algunos también caminando, otros desde sus vehículos, que van a vuelta de rueda por la falta de vialidad; podrá, en su trayecto, ver como el comercio exhibe en sus aparadores infinidad de productos que no había observado por ir conduciendo. Sin duda, se le antojaría una fruta picada o un café o un helado o tantas cosas simples que el sabor de nuestro pueblo le puede ofrecer, podría sentarse en una banca a la sombra de un árbol, y sentir el viento que refresca.
Estas simple “aventura”, nos permite acercarnos a nuestro origen, a la esencia de nuestra sociedad, a dejar las poses y ser solo lo que se es. A tener un momento de ocio en el que la mente divague y pueda crear alguna idea o concebir algún nuevo proyecto o simplemente ayude a relajar todo el cuerpo.
El dejar de pensar en si mismo como una prioridad y tomar acciones en beneficio colectivo, es sin duda el punto mas avanzado de una sociedad, pensando así, el uno y uno seria un éxito total, los programas de ayuda social del gobierno tendrían el destino correcto ya que solo se inscribirían los mas desprotegidos y no los mas allegados a las instituciones.
Podríamos construir gimnasios y/o albercas en las colonias populares bajo el esquema 3 X 1, con la contribución de la iniciativa privada, municipio y gobierno federal; pero cuando se trata de cooperar nos hacemos de oídos sordos, solo accedemos cuando nos “presionan” o nos “ventanean”. Estamos en un tiempo en el que debemos de iniciar a cambiar, y el cambio debe ser desde nosotros, nuestra familia, nuestro entorno completo.
El beneficio mayor que se obtiene al pensar en el colectivo, es que los jóvenes y todos en general dejamos de sentir presión social por usar, tener y aparentar lo que no se es o se tiene. Se logra un sentido de amistad simple, de igualdad y de pertenencia, con facilidad se torna cooperativos y sociables. Estos pequeños detalles hacen que en el colectivo, no exista una ambición desmedida por tener y poseer tantas cosas como la publicidad les ofrezca, con la continua frustración de no lograr sus caprichos o deseos; en este punto de frustración se puede hacer de cualquier delito, con tal de realizar lo que se desea. Así las filas de la delincuencia organizada se llena de menores de edad y/o gentes que se dejan seducir por el dinero rápido y fácil. Aunque al final de la escena, es el que mas cuesta. La abundancia de dinero, según la ley de la oferta y la demanda, encarece todo a su alrededor y hasta un saludo se volverá caro como un objeto, usted decide encarecer la vida o usar las cosas que no tienen precio, las que salen del corazón.
A mi mis timbres…..
Quien cambia felicidad por dinero no podrá cambiar dinero por felicidad. José Narosky (Escritor argentino)
El dinero es como el estiércol: no es bueno a no ser que se esparza. Sir Francis Bacon (estadista británico)
El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad. Arthur Schopenhauer (Filósofo alemán)

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