martes, 16 de agosto de 2011

Generación Placebo


A través de los tiempos claramente se distinguen generaciones que destacan por alguna tendencia, juegos, bailes, moda o incluso programas de televisión. Lo que me ha llamado mucho de los jóvenes, los que ahora están entre 15 y 20, incluso los de 25 años mas o menos. Es que ahora, se han distinguido por ser blanco de placebos y dócilmente moldeables por la publicidad, asi podemos ver que lo que para unos nos parece irrisorio, ellos si buscan comprar su champú “Ego”, porque es para hombres. También aceptan como religión, que su auto es lo último que les queda para ser auténticamente hombres y Roshfrans cuida de Él.
Esta generación a la que me refiero, tiene ciertas características muy especiales, todos están cansados, cuando quieren dejar de estarlo se toman un redbull, bomba o un shot energético. Cuando sienten que están engordando o fuera de línea, se toman capsulas para bajar de peso, si están yendo a un gimnasio toman pastillas (anabólicos) para marcar los músculos. Si están en exámenes o bajo presión, toman pastillas (complementos vitamínicos). Si van a tener alguna sesión sexual, se toman una pastilla para que sea más intenso, más duradero o más prolongado el tiempo del acto.
En fin para cada problema existe una pastilla, pero todas o la gran mayoría, solo modifican el comportamiento del sistema nervioso central, el grado de alerta o fatiga. Los anabólicos y suplementos hormonales, logran su objetivo en un “corto” tiempo, a costa de fatigar el hígado, corazón o distorsionar el ciclo digestivo.
A mi juicio, esto que le comento es bastante triste y a la vez preocupante, los jóvenes no se motivan con el “viaje”, todo debe ser intenso, no tienen cultura del esfuerzo o de disfrutar el hacer las cosas, el aprender a andar el camino, solo es llegar. Todo está ya hecho, me refiero a que cuando inician en un trabajo lo primero es cuál es mi oficina o mi escritorio, nada de cuáles son mis responsabilidades o como es el escalafón.
He escuchado en numerosas veces que tras terminar su carrera profesional, se dedican a descansar un tiempo de lo pesado que fue el salir la carrera, o ‘me tomare un año sabático’ (sin hacer nada) para descubrir que hacer ahora. Esta cultura del menor esfuerzo, está generando consumidores “embudo” que no critican nada, que no se alteran por nada y que solo son activos cuando se rompe su zona de confort, hasta volverla a tener bajo control, para seguir igual. Si usted a identificado o sintió pasos en la azotea, entonces aguas. Esta generación se identifica por no tener FE, Ética o amor al trabajo, como ya lo mencione ‘menor esfuerzo’, asi que no se le haga raro que en aras de lograr algún objetivo empeñen lo que no es de ellos y se sientan dueños de todo lo que les caiga en las manos o en mente.
Nunca nadie les dijo o les exigió en su infancia y menos en la adolescencia, por lo que ahora no deben de ser molestados, ni exigidos en lo más mínimo, sus fracasos siempre serán justificados con excusas y un sin números de mentiras; con mucha facilidad su inexperiencia se volcara en problemas de adaptación social (viciosos, retraídos o agresivos) pero lo que más distingue es que siempre están aburridos, todo debe ser con mucha intensidad como una ‘peli’ o un capitulo de serie televisiva, con un lenguaje corto y con problemas de comunicación. Sin embargo estos tip@s ya pueden votar, siendo de nuevo blanco del marketing electorero.
A mi muy personal juicio, para evitar seguir con estas conductas y mucho más lejos de prohibir el trabajo infantil, como lo promueve la Diputada Claudia Rodriguez Gonzalez, sería fructífero normarlo con un máximo de horas semanales y que no se deba de tener más de ciertas plazas o un porcentaje del total de empleados, algunas flexibilidades de horarios y compensaciones que incluyan algún tipo de vinculación trabajo - escuela.
Si queremos tener atletas fuertes y de alto rendimiento, creamos instalaciones adecuadas, los concentramos en lugares especiales, con entrenadores profesionales y médicos que les balancean sus rutinas de ejercicios. Por analogía, deberíamos de legislar para lograr ciudadanos altamente competitivos, críticos y participativos, que desde pequeños los motive el participar en algún movimiento altruista, que el participar en el bien común enriquezca su crecimiento, que a partir de los 12 (por decir un edad) inicien con tener algún grado de responsabilidad, en donde se les oriente y se cumpla con un horario, que sientan lo que es tener la corresponsabilidad de un trabajo y sientan que entre mayor grado de educación, se puede aspirar a salarios de mejor calidad. Que el dominar más de un idioma es requisito en muchos trabajos y por último que el tener un año sabático seria excelente para cualquier joven, pero que lo pasara fuera de su país, conociendo otras culturas, otros entornos, abriéndose a nuevas sociedades. A su retorno comprendería el valor de nuestro pueblo, nuestra libertad, nuestros valores y tendría argumentos para criticar y exigir a todos nuestros líderes, pero también entendería que el pagar impuestos es el principal motor del bienestar comunitario y conservaría los valores que como pueblo nos identifica.
Por desgracia, el grueso de estos nuevos jóvenes, todo quieren resolver con un tónico, con una pastilla o asi ‘a la brava’. Sin pensar que las más grandes satisfacciones llegan cuando el SER comienza a engrandecernos como personas, ha moldearnos y pulirnos interiormente, nos permite identificarnos con los nuestros y compartir con todos los que nos rodean, la satisfacción de amar, de trabajar y disfrutar de los frutos que de ambos se reciben son parte del sentido de nuestra vida.
A mi mis timbres…..
El caballo conoce por la brida al que lo guía. Proverbio turco
Vivir plenamente produce un cansancio infinito, pero muy gratificante. Ramón Buenaventura (literario español)
No me gusta el trabajo, a nadie le gusta; pero me gusta que, en el trabajo, tenga la ocasión de descubrirme a mí mismo.
Joseph Conrad (Novelista Polaco)
Cyber Nota: http://www.abc.es/20110809/ciencia/abcm-3007472-2011-201108090223.html 18 horas después del tsunami de Japón, las olas que llegaron a la Antártida, de 30 cm, rompieron un iceberg de 125 km2, asi de frágil es la naturaleza.

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