El pasado 25 de
noviembre se conmemoro el “día de la no violencia en contra al maltrato a la
mujer”, es una fecha en la que debemos de darnos un momento a pensar y evaluar,
que tanto lo padecemos (en mayor o menor sentido) o somos parte de este
fenómeno social, que existe y que es difícil de remover de nuestra cultura.
Mi perspectiva
personal, se basa en que desde pequeñas (a la gran mayoría, hay excepciones),
las mujeres se les cría con responsabilidades y asignaciones dentro del hogar,
mientras que al varón no tienen ninguna asignación. A las mujeres se les
observa y se les estimula / rechaza, con calificativos de hermosa, preciosa,
fea, princesa, bella, negrita, gordita, Etc. Pero siempre está siendo observada
y “calificada” (juzgada) por lo que al interior se generan un sin número de
percepciones personales, que a la postre generan traumas y heridas difíciles de
sanar.
Por otro lado, se
generan varones, comodinos carentes de sentimientos y de apreciación,
egocéntricos que piensan siempre tener la razón y la jerarquía para responder,
maltratar o discutir con quien sea, en el foro que sea. Carentes de
conocimientos (en su gran mayoría) crecen, con una autoestima elevada por las
madres consentidoras, que de manera “natural” observan como sus críos lanzan
piropos y sentencias, a las niñas / hembras, festejándole las gracias, sin
percatarse que esas agresiones se convertirán en fuertes lazos de manipulación
de su pareja. Las madres al observar estos comportamientos, no toman ninguna
acción, salvo agradecer el cumplido (obligando a la sumisión de la infante).
Quizás mi
perspectiva sea muy intolerante, pero creo que toda la violencia viene generada
desde la infancia, es decir, desde el interior del hogar nos predisponen a ser
sumisos / agresores y de absorber o representar el rol que corresponde a
nuestro sexo. Existen muchos rangos de violencia desde marginación económica
hasta la agresión verbal / físicas, pero debemos de una u otra forma
identificarlos para poder “trabajar” en su erradicación.
Según el
Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), en el ámbito
familiar, 55 de cada 100 mujeres son víctimas de su pareja con más de un tipo
de violencia. Además, seis de cada 100 mujeres padecen los cuatro tipos de
violencia: emocional, económica, física y sexual. Por lo que en algunos estados
ya es considerado un problema de salud pública.
Si hacemos una
encuesta “a sobre cerrado”, es decir con denuncia anónima, podríamos recabar un
dato aun más alarmante, pero el pudor y la racional manera de pensar de las
mujeres, a la pregunta abierta “¿usted padece o ha padecido violencia de
género?” será lo que todos esperamos escuchar, “No, Yo nunca”. Detrás de esa
negación, existe toda una historia que cada una de ellas va cargando, no quiero
ser tan generalista, pero esto no es cuestión de posiciones económicas o
sociales, es un efecto a lo largo y ancho de la sociedad, incluso de todas las
edades. Como es una cuestión de educación / cultura, silenciosamente se ejerce
más, en los estados “pobres y marginados” y se refleja estadísticamente en los
estados económicamente más dinámicos (norte del país) en donde la mujer, día a
día va rompiendo los paradigmas sociales y culturales.
La igualdad de
géneros, no pretende un hombre “sumiso y domesticado”, pero si necesita un
hombre que comparta y comprenda, las responsabilidades y labores tanto del
hogar y de la sociedad, una mujer que tenga en claro que al buscar una ventaja
de sus dotes físicos, se está convirtiendo en un objeto. Se espera de ella ser
femenina y aporte, en todos los aspectos, una visión / ideas complementarias y
“panorámica” a la del género masculino.
Ahora, también
inicia un fenómeno, una corriente de mujeres con poder, que discriminan y
humillan a su pareja, al interior y fuera del hogar, como si esa “sed” de
vengar lo que otros hacen, se solucionara con maltratar a un cristiano, acciones
que son deplorables y se están volviendo muy comunes.
Nuestra sociedad
requiere que al seno de nuestra familia, generemos un clima de igualdad, un
dialogo intrafamiliar que exprese sin censura y con libertad sus necesidades y
anhelos, una familia que se integre por individuos equilibrados, para que
generen felicidad en el grupo. Existen diversas iniciativas del gobierno para
ayudar a las familias y a las mujeres que se encuentran en problemas por
violencia, el primer paso es reconocerlo y el segundo es denunciarlo (o buscar
ayuda profesional). Por lo general, la misma sumisión de la que se ha sido dueña
desde pequeñas, no les permite ver del abuso que se es objeto, y al igual que
“la ranita en el agua caliente”, no se enteran del problema en el que se
encuentra, hasta que casi están muriendo (debido a lo caliente del agua). Los
invito a evaluarse a conciencia y detectar esos puntos en los que “etiquetamos”
actividades o acciones para algún sexo exclusivamente, las capacidades son las
mismas, pero definitivamente existe predisposición para algunos trabajos
(dependiendo del sexo), consideremos que cada sexo tiene una perspectiva y
visión diferentes para el mismo problema, por lo que las opiniones
complementarias nos darían una solución más apropiada.
A mi mis
timbres….
- Vivimos en una sociedad, que enseña a la mujer a cuidarse de no ser violada. En vez de enseñar al hombre, a no violar. Anónimo
- La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas. Juan Pablo II (Papa de la iglesia católica)
- Cuando un hombre quiere matar a un tigre, lo llama deporte; cuando es el tigre quien quiere matarle a él, lo llama ferocidad. George Bernard Shaw (Escritor irlandés)
Cyber note:
http://www.taringa.net/posts/femme/16922208/Mujeres-abusadas-sexualmente-exponen-las-frases-mas-crudas.html Muy fuertes y tristes palabras, recopilación de personas
reales, en situaciones reales. ¡Basta de abusos!
Artículo publicado el 30 de NOV. 2013, en el semanario Guía, de Ocotlán, Jalisco.
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