domingo, 12 de octubre de 2014

Intrafamiliar

El pasado 25 de noviembre se conmemoro el “día de la no violencia en contra al maltrato a la mujer”, es una fecha en la que debemos de darnos un momento a pensar y evaluar, que tanto lo padecemos (en mayor o menor sentido) o somos parte de este fenómeno social, que existe y que es difícil de remover de nuestra cultura.
Mi perspectiva personal, se basa en que desde pequeñas (a la gran mayoría, hay excepciones), las mujeres se les cría con responsabilidades y asignaciones dentro del hogar, mientras que al varón no tienen ninguna asignación. A las mujeres se les observa y se les estimula / rechaza, con calificativos de hermosa, preciosa, fea, princesa, bella, negrita, gordita, Etc. Pero siempre está siendo observada y “calificada” (juzgada) por lo que al interior se generan un sin número de percepciones personales, que a la postre generan traumas y heridas difíciles de sanar.
Por otro lado, se generan varones, comodinos carentes de sentimientos y de apreciación, egocéntricos que piensan siempre tener la razón y la jerarquía para responder, maltratar o discutir con quien sea, en el foro que sea. Carentes de conocimientos (en su gran mayoría) crecen, con una autoestima elevada por las madres consentidoras, que de manera “natural” observan como sus críos lanzan piropos y sentencias, a las niñas / hembras, festejándole las gracias, sin percatarse que esas agresiones se convertirán en fuertes lazos de manipulación de su pareja. Las madres al observar estos comportamientos, no toman ninguna acción, salvo agradecer el cumplido (obligando a la sumisión de la infante).
Quizás mi perspectiva sea muy intolerante, pero creo que toda la violencia viene generada desde la infancia, es decir, desde el interior del hogar nos predisponen a ser sumisos / agresores y de absorber o representar el rol que corresponde a nuestro sexo. Existen muchos rangos de violencia desde marginación económica hasta la agresión verbal / físicas, pero debemos de una u otra forma identificarlos para poder “trabajar” en su erradicación.
Según el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), en el ámbito familiar, 55 de cada 100 mujeres son víctimas de su pareja con más de un tipo de violencia. Además, seis de cada 100 mujeres padecen los cuatro tipos de violencia: emocional, económica, física y sexual. Por lo que en algunos estados ya es considerado un problema de salud pública.
Si hacemos una encuesta “a sobre cerrado”, es decir con denuncia anónima, podríamos recabar un dato aun más alarmante, pero el pudor y la racional manera de pensar de las mujeres, a la pregunta abierta “¿usted padece o ha padecido violencia de género?” será lo que todos esperamos escuchar, “No, Yo nunca”. Detrás de esa negación, existe toda una historia que cada una de ellas va cargando, no quiero ser tan generalista, pero esto no es cuestión de posiciones económicas o sociales, es un efecto a lo largo y ancho de la sociedad, incluso de todas las edades. Como es una cuestión de educación / cultura, silenciosamente se ejerce más, en los estados “pobres y marginados” y se refleja estadísticamente en los estados económicamente más dinámicos (norte del país) en donde la mujer, día a día va rompiendo los paradigmas sociales y culturales.
La igualdad de géneros, no pretende un hombre “sumiso y domesticado”, pero si necesita un hombre que comparta y comprenda, las responsabilidades y labores tanto del hogar y de la sociedad, una mujer que tenga en claro que al buscar una ventaja de sus dotes físicos, se está convirtiendo en un objeto. Se espera de ella ser femenina y aporte, en todos los aspectos, una visión / ideas complementarias y “panorámica” a la del género masculino.
Ahora, también inicia un fenómeno, una corriente de mujeres con poder, que discriminan y humillan a su pareja, al interior y fuera del hogar, como si esa “sed” de vengar lo que otros hacen, se solucionara con maltratar a un cristiano, acciones que son deplorables y se están volviendo muy comunes.
Nuestra sociedad requiere que al seno de nuestra familia, generemos un clima de igualdad, un dialogo intrafamiliar que exprese sin censura y con libertad sus necesidades y anhelos, una familia que se integre por individuos equilibrados, para que generen felicidad en el grupo. Existen diversas iniciativas del gobierno para ayudar a las familias y a las mujeres que se encuentran en problemas por violencia, el primer paso es reconocerlo y el segundo es denunciarlo (o buscar ayuda profesional). Por lo general, la misma sumisión de la que se ha sido dueña desde pequeñas, no les permite ver del abuso que se es objeto, y al igual que “la ranita en el agua caliente”, no se enteran del problema en el que se encuentra, hasta que casi están muriendo (debido a lo caliente del agua). Los invito a evaluarse a conciencia y detectar esos puntos en los que “etiquetamos” actividades o acciones para algún sexo exclusivamente, las capacidades son las mismas, pero definitivamente existe predisposición para algunos trabajos (dependiendo del sexo), consideremos que cada sexo tiene una perspectiva y visión diferentes para el mismo problema, por lo que las opiniones complementarias nos darían una solución más apropiada.
 

A mi mis timbres….

  • Vivimos en una sociedad, que enseña a la mujer a cuidarse de no ser violada. En vez de enseñar al hombre, a no violar. Anónimo
  • La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas. Juan Pablo II (Papa de la iglesia católica)
  • Cuando un hombre quiere matar a un tigre, lo llama deporte; cuando es el tigre quien quiere matarle a él, lo llama ferocidad. George Bernard Shaw (Escritor irlandés)
Cyber note:
http://www.taringa.net/posts/femme/16922208/Mujeres-abusadas-sexualmente-exponen-las-frases-mas-crudas.html Muy fuertes y tristes palabras, recopilación de personas reales, en situaciones reales. ¡Basta de abusos!
 
Artículo publicado el 30 de NOV. 2013, en el semanario Guía, de Ocotlán, Jalisco.

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